La luna, el niño y la madre
¿Por qué la luna existe?,
el niño le preguntó.
Carita de ángel feliz,
infantil, pura su mirar.
Ángel mío, sin la luna
los barcos en la tormenta
se perderán en el mar,
y los monstruos que se desvelan,
los condenaran a vagar
sin rumbo toda su existencia.
Mi vida, sin su luz
tú no tendrás en la noche calor.
Ella vela tu sueño
cuando –ángel mío- no estoy yo.
Y si el genio del mal
te desprende una pesadilla,
ella en su vigilia
la alejará con su sonrisa.
Ángel mío, quiérela,
ella es tu buena amiga,
la que nunca te abandonará
a pesar de tus diabluras.
La luna siempre alegre
junto a ti y tu risita.
Autora: María Cruz Pérez Moreno